lunes, noviembre 21, 2011

Coplilla de un español votante.

Como canta Cafrune: "con su permiso me voy adentrar aunque no soy convidao, pero en mi pago un asao no es de naide y es de todos. Yo voy a cantar a mi modo después que haya churrasqueao".

Nací en 1967, es decir, en el antiguo régimen, por lo que no soy lo que se podría llamar un "demócrata nativo", como mis hijos. Tengo a gala que las primeras elecciones generales en España coincidieron con mi cumpleaños. Desde que cuento con la edad legal, he participado en todos los comicios, caiga sol o agua.

Mi educación fue excelente. Lo mejor que le debo a mis padres. Bajo el modelo Villar-Palasí de E.G.B., B.U.P. y C.O.U. Con clases de a 40 por aula pero sin nada que reprochar; muy al contrario, agradecido. En la Universidad, la de mi ciudad -Pamplona para más señas- opté por Periodismo. Cinco años en una facultad de gran prestigio.

El 92 -¿recuerdan la expo y las olimpiadas?- vio mi primera incorporación al paro. En el 93 paso a tener nómina de cien mil pesetas -hoy sería mileurista- en otra ciudad. Poco más de dos años y me reincorporo al paro, esta vez cobrando. Se acaba. Me convierto, hasta hoy, en empresario a la fuerza, es decir, autónomo; esta vez sin cobrar y teniendo que pagar IAE. 1997. Van mejorando las cosas; me caso.

Desde entonces: cinco hijos, una vivienda habitual, más canas, flotador que aumenta por veranos, etc. A temporadas buenas unas y malas otras, como la de ahora. En fin, lo que todos. Y siempre junto a mi mujer.

Desde que tengo hijos, han votado siempre por mí. Es cierto, yo pongo el DNI y elijo las papeletas; pero ellos las meten en los sobres y en las urnas. Es un ritual festivo para ellos..., para todos: Misa, voto, chuches y a comer con los abuelos. Inconscientes del ejercicio de libertad política que realizan, saben que participan en algo importante; algo "se cuece" en esa vulgar caja de metacrilato, en esa atmósfera generalmente tediosa de colegio electoral. Incapaces casi de pronunciar la palabra "democracia", sueñan con poder un día introducir su propio voto... espero que con sus hijos.

Por terminar como empecé, con Cafrune, maestro de lo sencillo extraordinario: "amigos, voy a dejarlos, que está mi parte cumplida (...) canté de manera llana ciertas cosas de la vida. Ahora me voy, no se a dónde. P'a mi todo rumbo es bueno".


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